Tuvo que guardar reposo
durante dos semanas más. En esos momentos ya estaba cerca de la Isla del Oso,
cerca de Serana. Llevaban mucho tiempo cabalgando y la herida le dolía, aunque
la cicatriz había cerrado bien gracias a los cuidados de las hermanas
silenciosas.
Acamparon al atardecer.
Al día siguiente llegarían a su destino por fin. Durante la noche apenas pudo
conciliar el sueño. Revivía una y otra vez la batalla del Tridente y la muerte
de Rhaegar. Cuando partió hacia su hogar, las últimas noticias hablaban de que
los Lannister habían saqueado Desembarco del Rey y se habían puesto de parte de
Robert. Eddard Stark tenía razón: el mundo estaba podrido, corrupto. Se decía
incluso que el hijo de Lord Tywin había asesinado al Rey Costra. A Jorah le pareció un acto imperdonable. ¡Un miembro de
la Guardia Real matando a quien debía defender con su propia vida! Era el colmo
de la inmoralidad. Se preguntó qué pensaría Lord Stark de todo eso. Seguro que
estaba en desacuerdo. Otro pensamiento le vino a la cabeza. ¿Qué habría sido
del resto de los Targaryen, los hijos y la esposa de Rhaegar, la reina Rhaella
y el príncipe Viserys? Esperaba que Robert fuera clemente con ellos. No
merecían pagar por los errores de Aerys o de Rhaegar. Finalmente cayó en un
sueño inquieto y poco reparador.
Despertó un poco antes
del amanecer, dolorido y con la cabeza embotada por las pesadillas. Dos de sus
hombres habían hecho guardia durante la mitad de la noche y se veían cansados,
pero no protestaron cuando Jorah les ordenó recoger todo para partir. A buen
paso, estarían en la fortaleza Mormont antes de que el sol se pusiera.
Sus cálculos fueron
acertados y el astro rey todavía estaba alto cuando vio las almenas del
castillo. Picó a su caballo y cabalgó con euforia hacia su hogar. Entró con
gran estruendo al patio central, bajó de la montura y salió corriendo hacia las
estancias privadas de la construcción, olvidándose del palpitante dolor del
costado. “¡Serana, Serana, he regresado!” iba gritando por el pasillo. La
puerta de su dormitorio se abrió y su esposa asomó la cabeza. En su cara había
un gesto de extrañeza que se tornó en sorpresa y alegría cuando sus ojos se
encontraron con los de Jorah. “¡Esposo mío, estás sano y salvo!” Se fundieron
en un abrazo y después en un beso largo y apasionado. Le pasó la mano por los cabellos
y la barba, que habían crecido en todos esos meses.
“No sabía nada de ti,
pensaba que habías muerto en la guerra. ¡Ha sido una espera espantosa, Jorah!
Me he sentido tan sola este tiempo…” “Era mi deber ir, ya lo sabes. Hubiera
dado todo lo que tengo por no haber tenido que presenciar tanta muerte a mi
alrededor.” Serana tomó su mano y lo invitó a entrar en la habitación. “Soy una
egoísta. Tú sólo obedecías órdenes, no tengo nada que reprocharte.” Jorah le
acarició la cara. “Acabo de llegar y no quiero tener que discutir nada contigo.
No vuelvas a decir que eres egoísta. Sólo te preocupabas por mí y es normal.”
Ella se echó a llorar. “¿Qué te pasa? ¿Son lágrimas de alegría? Espero que sí…”
Pero los ojos de su esposa revelaban tristeza. “Jorah, yo… Mientras estuviste
en la guerra… No pude comunicarme contigo y…” Él no comprendía nada y la animó
a explicarse mejor. “Mira en ese baúl de allí.” Lo reconoció enseguida. Era
donde Serana había guardado la ropa que confeccionó cuando se quedó embarazada.
Lo abrió y vio los pequeños vestidos doblados y algunos que parecían más
nuevos. También había un bastidor con una tela a medio bordar. En ella se leía
un nombre, “Lenore”, rodeado por unas flores sin terminar. “¿Qué significa
esto, Serana?” Ella tragó saliva con dificultad. “Me quedé embarazada justo
antes de que te fueras. Tenía la seguridad de que esta vez iría todo bien,
incluso supe desde el principio que era una niña, por eso quise bordar varias
cosas con su nombre. No me equivocaba: fue una niña, pero nació antes de tiempo
y no sobrevivió…” No pudo continuar hablando. Jorah corrió a abrazarla. “¡Has
tenido que pasar por todo esto tú sola! Jamás me lo perdonaré, jamás.” La
muchacha se desahogó en su pecho mientras que él contenía su rabia. No volvería
a abandonar a su mujer por una guerra que no era la suya, aunque eso supusiera
desobedecer a su señor.
Madre mia, como acabará esta relación. Pobre Jorah, no tiene suerte.
ResponderEliminarJulia Stark
Si es que nuestro Jorah ha sufrido mucho en su vida como para que encima venga la otra y lo tenga de Pagafantas. Jorah: vente para España YA. XDD
EliminarMenuda caída de enaguas he sufrido al ver esa foto de Jorah con melena y la barba más poblada, ajdghahgsdfadgfashgdafghd. Está para comérselo, literalmente.
ResponderEliminarEs bonito verlo tan enamorado y preocupado de su mujer. La pobre ha tenido que pasarlo fatal: ha estado tantos meses sola, sin saber nada de él pero con la ilusión de que cuando regresara le recibiría con un hijo/a, y al final... Me da mucha pena la pobre.
Jejeje, es que nuestro Oso es muy guapo, se ponga lo que se ponga e.e Esta foto sabía yo que iba a tener éxito.
EliminarJorah sufre, pero su mujer mucho más, eso es cierto. Pobrecitos u.u
Pobrecilla esa mujer. Me encanta como se quieren; tiene que ser increíble ver a alguien a quien ya creías perdido para siempre...
ResponderEliminarY sale Jaimeeeeeee gñsmansñagfhs MUERO DE AMOR. Mi chicoto salvando Desembarco y no se lo agradece nadie. Qué feliz me ha hecho leerlo, jajajajajajajaja :DDDDDD
Uff. Me encanta, ya estoy enganchada ¿ves?
Cristina ;)
Gracias.
Cuando sale Jaime siempre me acuerdo de ti. Sé que te gusta que haga algún cameo, aunque sólo sea de nombre :)
EliminarSip <3 <3 <3 <3
ResponderEliminar