Se casaron tres días
después de la petición de mano en la misma ciudad de Lannisport. Lynesse
encargó un vestido de colores claros, hecho de seda y con bordados muy
elegantes. Jorah calculó que el precio del mismo era muy elevado, pero Lord
Hightower no reparó en gastos. Asimismo, su prometida mandó hacer un ajuar para
que fuera enviado a la Isla del Oso y estuviera listo cuando llegaran.
La ceremonia fue íntima
debido a la rapidez con la que se celebró. No dio tiempo a mandar invitaciones
a nadie, y Jorah echó de menos a su tía Maege. Decidió enviarle una nota para
darle la noticia e invitarla a visitar su casa cuando se instalaran allí. Quería
que ella conociera a Lynesse, que le diera su opinión. Él estaba seguro de
haber acertado con su elección: Lynesse era joven, bonita, inteligente y podría
darle el tan ansiado heredero. Pero eso era lo de menos. Jorah había recuperado
la ilusión y las ganas de vivir después de la muerte de Serana. Respetaba su
memoria, la amó con todo su corazón, pero como dijo su tía, ella era el pasado
y la Isla el futuro. Y quería pasar ese futuro junto a Lynesse.
Después de la boda,
Lynesse quiso quedarse en Lannisport y después visitar otros lugares antes de
regresar a la Isla. Ya llevaban casi un mes yendo de una ciudad a otra y
Lynesse estaba encantada. Jorah disfrutaba viéndola contenta y satisfaciendo
todos sus caprichos, pero empezaba a añorar su hogar. Quería que su esposa lo
conociera, que aprendiera a amarlo como lo había amado Serana. La presencia de
una mujer joven daría esplendor y alegría al lugar. Decidió comentarle sus
intenciones a Lynesse esa mañana.
Volvía de comprar telas
en un mercado, entusiasmada con todo lo que allí había visto, como siempre le
pasaba al llegar a una ciudad nueva. “¡Oh, Jorah, amo este sitio! Todo está
lleno de gente ofreciendo cosas de lo más pintorescas al pasar: perfumes,
vestidos, joyas… ¡Incluso huevos de dragón, jajaja! ¿Quién será el tonto que
los compre? ¡Hasta los bebés saben que ya no hay dragones!” Estaba preciosa,
con el pelo rubio reflejando la luz que se filtraba por la ventana y las mejillas
sonrosadas por el calor. Jorah le tendió la mano, invitándola a sentarse en su
regazo. Accedió gustosa, rodeando el cuello del hombre con los brazos y
besándolo. Lo hacía de una manera que excitaba a Jorah al instante. Realmente
esa muchacha tenía algo especial, una sensualidad a flor de piel que le hacía
alcanzar el cielo. Pero en ese momento no deseaba caer en la tentación de sus
caricias. Puso su mano en la barbilla de ella para apartarla. “Mi querida
Lynesse, ¿no te gustaría ir a otro sitio?” Lo miró con suspicacia. “¿Adónde?
¡Apenas he visto nada aquí!” A veces se comportaba como una niña mimada. “Es demasiado joven, quizás…”, pensó
Jorah, pero se mantuvo firme. “Llevamos demasiado tiempo alejados de mi tierra
y tengo asuntos que atender. Gobernar la Isla del Oso es mi responsabilidad.”
Ella frunció el ceño, como enfadada. Jorah continuó hablando: “Y ahora también
es la tuya, porque es tu hogar.” Esperó su respuesta. “Es verdad, mi amado
esposo. Debo ser la señora de la Isla. Saldremos mañana, lo prometo. Y perdona
mi comportamiento… ¿Lo harás?” ¿Había algo que no pudiera perdonar a esa ninfa
de los bosques?
Esta es una niña de papá, mimada y consentida. Es evidente que la humildad y la sobriedad no va con ella e.e
ResponderEliminarAnsiosa estoy de ver cómo se comporta cuando vea la Isla del Oso por primera vez.
Me está costando Dios y ayuda escribir toda esta parte con la petarda de por medio.
EliminarJorah, Jorah, Jorah,..., mándala a su casa y pide que te devuelvan el dinero porque sino vas a ser más pobre que una rata. Por qué los hombres no ven nada....
ResponderEliminarPD: perdón por tardar en leerlo ;D
Julia Stark
Pájaraaaaaaaaa. ¿Por qué se enamoran tanto de las tías que los llevan a la ruina a todos los niveles?
ResponderEliminarNo me gusta esta pava, probablemente es lo que le han hecho ser, pero no me gusta ni cero.
(Me había saltado este capítulo. Soy lo peor)
GRANDE.
Cris ;)