La idea de Stannis
funcionó y la Flota de Hierro fue aniquilada en Isla Bella. Aeron Greyjoy había sido capturado y
languidecía en las celdas de Roca Casterly. El hermano de Robert avanzó hasta
someter la isla de Gran Wyk en nombre del rey, mientras que Ser Barristan
Selmy, el Lord Comandante de la Guardia Real, dirigía el ataque hacia Viejo
Wyk. Estaba muy claro que los rebeldes tenían poco que hacer.
Las fuerzas realistas
se concentraban en esos momentos cerca de Pyke. Robert y Eddard encabezaban las
tropas que iban a atacar. Antes de entrar directamente en la fortaleza de los
Greyjoy, habían acabado con el castillo de la casa Botley, vasalla de los
krakens y asentada en la ciudad de Puerto Noble. Una vez sometidos, la idea era
asaltar el centro de operaciones de los insurrectos, atacarlos en su propia
casa. Pyke contaba con una muralla muy bien protegida y de aspecto robusto,
pero Robert tenía máquinas de asedio para atacar y abrir un hueco por el que
entrar.
Jorah se encontraba en
la vanguardia de las fuerzas de ataque. Había pedido expresamente a Eddard
situarse allí, sabiendo que era prácticamente un suicidio. Prefería ser él el
que muriera antes que un joven inexperto o un padre de familia. Si él perecía,
sólo su tía Maege lo lamentaría, aunque no derramara una lágrima de cara al
público. Dejó su vida en manos del destino: si era su sino morir en Pyke, cosa
que deseaba en su fuero interno, que así fuera. También le rogó a Lord Stark
que, en el caso de que falleciera, trasladaran su cuerpo a la Isla del Oso para
ser enterrado junto al de su esposa. Eddard se había comprometido sin dudarlo.
“Sé lo importante que es eso”, le había dicho. “A pesar de que mis familiares
estén muertos, es un consuelo saber que descansan en casa, junto a los suyos.
Tenéis mi palabra de que así se hará en el caso de que caigáis aquí. Pero no
seáis loco ni juguéis a ser un dios. No busquéis morir. Vuestra vida puede ser
importante para alguien en un futuro y si provocáis acabar con ella, las
consecuencias serán impredecibles.” A Jorah le sorprendieron las palabras de
Eddard. “No quiero morir”, mintió. “Sólo deseo evitar que alguien con más ganas
de vivir deje aquí su alma.” Eddard lo miró con pena. “Sería una lástima que la
Isla del Oso se quedara sin un hombre de tanto valor. Sólo os digo eso.”
A la mañana siguiente
ya estaban preparados para atacar. Las máquinas apuntaban hacia el muro sur de
Pyke. A una orden de Robert, fueron cargadas y empezaron a lanzar sus
proyectiles. Al principio no hacían demasiado daño, pero poco a poco fueron
mermando una parte de la construcción, llegando a derrumbar parte de la torre
sur. Los rebeldes habían estado respondiendo al ataque realista con flechas,
piedras y aceite hirviendo. Estaban capitaneados por otro de los hijos de
Balon, Maron, que en ese momento estaba defendiendo la fortaleza justo en la
brecha que habían abierto las máquinas.
Jorah se adelantó para
penetrar por allí y asaltar el castillo, pero Eddard le hizo un gesto para que
se detuviera, al tiempo que señalaba hacia lo que quedaba de la torre. A los
pocos segundos, la construcción terminó por caer y aplastó a muchos de los
hombres de Pyke, entre ellos a Maron. Jorah se giró y observó a Eddard, que
estaba discutiendo con un tipo alto y gordo. Era la segunda vez que le salvaba
la vida y se preguntó por qué. De repente vio al hombre alto salir corriendo
hacia la brecha empuñando una espada de fuego valyrio. ¡Era Thoros de Myr!
Jorah no lo pensó dos veces y lo siguió hacia el interior del castillo.
Allí todo era caótico:
había gente aplastada por las piedras de torre y del muro, mujeres socorriendo
a los heridos, incluso niños huyendo despavoridos. Un hombre armado lo
sorprendió asestándole un golpe en el pecho, que aguantó gracias a su armadura.
Pronto se lo quitó de encima, mientras que docenas de soldados aparecían por
todos lados. Vio a Thoros matando y quemando con su espada a todo el que se le
ponía por delante. Sin saber ni cómo, se iba deshaciendo de cada hombre que se
enfrentaba a él, con un arrojo sobrehumano. Había perdido ya la cuenta de
muertos. Robert y Eddard también habían entrado a Pyke montados en caballos de
guerra. Poco a poco todo se llenó de hombres de la causa realista.
Jorah se situó cerca de
Thoros y le fue cubriendo la espalda. Mientras repelía un ataque, algo le
golpeó con mucha fuerza en el yelmo, aplastándolo contra su cráneo. Sintió
una vibración y un pitido muy agudo en
los oídos. Movió la espada de manera mecánica, notando que cortaba algo, aunque
él ni lo veía ni lo oía. El golpe le produjo una fuerte conmoción. Todo se
había vuelto negro, pero percibía un túnel de luz que se iba agrandando. En él
vio de espaldas a Serana con Jeor, Lenore y su primer hijo. “¡Serana, espérame,
ya he vuelto!”, le gritó. Ella se volvió sonriente. “No, no es tu momento aún.
Vuelve, Jorah, vuelve…” Notó mucho calor cerca de su cara y algo que lo
zarandeaba, mientras que la imagen de su mujer y sus hijos se deshacía como el
humo, un humo que emergía de las fauces de un dragón negro. Al abrir los ojos
vio la espada llameante de Thoros y a éste gritándole, aunque apenas lo
entendía. “Arriba, has hecho un buen trabajo. ¡Hemos ganado!”
Muy buena batalla y el sentimiento de Jorah de morir para volver a estar con su esposa. Y Thoros con la espada es un crack.
ResponderEliminarJulia Stark
Qué pasada!!!!!!! Qué guapa la batalla!!!!!! y qué bien que me cae Eddard!!!
ResponderEliminarUf, qué adrenalina de capítulo. Esperando con muchas ganas el de mañana. eres una crack.
Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias y así un montón de rato.
Cristina :D
¡Guau! Con lo que me cuesta a mí narrar las batallas y tú lo has hecho de maravilla. Genial el capítulo, tu manera de describir todo lo que ocurre y esa parte final en la que Jorah ve a su mujer, creyendo que ya había muerto. Flipante, sin duda.
ResponderEliminarY por supuesto que la idea de Stannis funcionó xDDD Ni siquiera la Flota de Hierro puede con la Furia Baratheon.
Gracias a las dos. A mí no me va para nada narrar batallas o torneos, y aquí de nuevo me ha tocado la china, jajaja. Se hace lo que se puede y veo que no me sale tan mal. Me alegro de que os haya gustado.
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