Este fic contiene recreación y especulación sobre hechos del pasado. No tiene spoilers. Todos los lugares y personajes pertenecen a G.R.R. Martin excepto los creados por mí.

viernes, 9 de agosto de 2013

Capítulo 7


Intentó incorporarse sin éxito, estaba debilitado. Se tocó la cara y notó la barba bastante crecida, lo que era señal de que habían pasado varios días. El costado le dolía. Vio que se lo habían vendado con fuerza y que le habían cambiado los vendajes hacía poco, porque estaban limpios, sin rastro de sangre. Una hermana silenciosa se acercó a él con un bol de madera. Se lo puso en los labios y asintió con la cabeza, invitándolo a beber. Jorah obedeció. Era leche de la amapola, amarga y espesa. Después le dio agua, cosa que agradeció tras el sabor del mejunje medicinal. “¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?”, preguntó. La mujer levantó cuatro dedos. “¡Cuatro días! ¡No puede ser!”. Ella se retiró sin mirarlo, dejándolo solo con sus pensamientos.

Cerró los ojos para concentrarse. Recordaba lo que vio en el Tridente: la muerte de Rhaegar, el triunfo de Robert, la masacre a su alrededor… Lo curioso era que no tenía ni idea de cuándo lo habían herido, por más que intentaba hacer memoria. Sí recordaba su lucha por alcanzar la orilla del Forca Verde antes de desmayarse. Había sido una suerte no haber muerto allí mismo, desangrado. Algún alma caritativa lo trasladó a un sitio seguro para que lo atendieran y eso le había salvado la vida.
Abrió los ojos y miró a su alrededor. Todo estaba lleno de heridos, algunos de ellos con mutilaciones atroces. Lamentos y quejidos era lo único que se oía en ese sitio. Se consideraba un ser afortunado por haber recibido sólo una herida en el costado. Pensó en Serana y en lo contenta que se pondría cuando lo viera aparecer, vivo y sin apenas un rasguño. Durante los días que estuvo sin sentido, no soñó con ella, y eso le extrañó. La sensación de sed que tuvo, posiblemente por la fiebre, era lo que mejor recordaba de ese tiempo. De vez en cuando alguien le daba de beber y volvía a caer en un estado de semiinconsciencia en el que el calor era abrasador. En sus delirios siempre se veía solo, en medio de una extensión desértica, caminando trabajosamente, sudando y con la boca seca. Todo era de un color rojo intenso, polvoriento y tan luminoso que lo cegaba. Después se le acercaban grupos de personas con aspecto salvaje, vestidas con pieles, y que se desplazaban a pie y a caballo. Se expresaban en una lengua que desconocía y que sonaba ruda, primitiva. Al principio sintió miedo de ellos, pero luego esas gentes lo ayudaron en su travesía onírica por el desierto. En una ocasión, alguien le enjugó el rostro con un paño húmedo, pasándoselo por el frente y por los labios. Jorah le tomó la mano a su benefactor, entreabriendo los ojos. No era capaz de diferenciar entre sueño y realidad, así que al principio vio que era una joven la que lo atendía, una muchacha preciosa, apenas una niña, con el pelo muy rubio, casi blanco. Él quiso tocarle la cara, pero ella la retiró. Entonces se dio cuenta de que era una hermana silenciosa que tenía el rostro cubierto. La joven no existía, era una ensoñación provocada por la fiebre. La última vez que la vio en su delirio iba al frente de las gentes salvajes, montada sobre un animal que Jorah no supo identificar. Parecía un pájaro, porque de vez en cuando levantaba el vuelo, pero la piel y la cola eran de reptil. El monstruo voló hacia él, levantando el polvo a su alrededor, mientras que la niña tendía su mano hacia Jorah y le acariciaba con ternura el rostro. Sintió ganas de llorar ante el gesto de la joven. Ella sonrió y con una palabra extraña ordenó a su montura elevarse hacia el cielo. No volvió a verla más en sus sueños. Pero recordaba el tacto de su mano sobre su cara.
“¿Cómo os encontráis?”, preguntó de repente una voz junto a él. Era Eddard Stark. “Bien, mi señor, gracias”, contestó al tiempo que trataba de levantarse. Eddard le puso una mano en el hombro. “Debéis descansar. La herida no ha sido mortal, pero es grave. En cuanto os encontréis mejor, tenéis mi permiso para volver a la Isla del Oso, junto a vuestra esposa.” Jorah no podía creer que fuera tan fácil irse de allí. “Perdón, mi señor, ¿pero acaso ha terminado la guerra? Necesitáis hombres para la causa de Robert y yo…” “No”, respondió Lord Stark. “La guerra continúa, pero ya está prácticamente ganada. Vos habéis hecho todo lo que estaba en vuestra mano. Es hora de que os reunáis con vuestra familia.” Jorah no sabía qué decir. “¿Sabéis algo de vuestra hermana? ¿Conocéis por fin su paradero?”, acertó a preguntar. Eddard negó con un gesto serio. “Aún no. Pero confío en que en Desembarco descubriremos algo. Ahora me dirijo hacia allí. Robert irá después, cuando se recupere de la herida que le hizo Rhaegar. No sabemos si los Lannister apoyarán a los Targaryen o a nosotros.” “Pero Lord Tywin es la Mano del Rey, ¿dudáis acaso de a quién dará su apoyo, señor?”. El joven lobo lo miró con pena en los ojos. “Si algo me ha enseñado esta guerra es que la traición está a la orden del día. La gente cambia de bando como de jubón, se vuelve mezquina y sin honor. No me extrañaría que los Lannister se pusieran de nuestro lado con tal de sacar provecho de la situación.” El tono de su voz demostraba de nuevo lo asqueado que estaba de todo aquello. Jorah apretó los labios y asintió, para negar después con la cabeza. “Pero quedan buenas personas, Lord Stark. Alguien se tomó la molestia de ponerme a salvo cuando prácticamente me había desangrado. Eso demuestra que incluso en circunstancias atroces, el ser humano puede ser altruista.” Eddard sonrió con aire irónico. “Yo fui quien os trajo aquí, Jorah.” Y salió de allí sin mirar hacia atrás, dejando a Jorah con una palabra de agradecimiento en la boca.

5 comentarios:

  1. Me ha encantado. Jorah soñando con dothrakis, Dany y Drogon, me ha encantado. Y después Ned diciendo la verdad de los Lannister.

    Sigue así

    Julia Stark

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias :) Aunque la "intensa" no es santo de mi devoción, me pareció bien sacarla en un sueño premonitorio :P

      Eliminar
  2. Jorah soñando con Daenerys cuando ella ni siquiera ha nacido todavía. ¡La madre que lo parió!

    Y esa conversación con Eddard me ha encantado, sobre todo esa última parte, cuando Jorah le dice que aún queda gente buena en el mundo y resulta que fue el propio Eddard el que le salvó.

    Magnífico.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Premoniciones martinianas e.e

      Eddard siempre tan correcto y tan buena gente, ¿verdad? :3

      Eliminar
  3. Me encanta el sueño premonitorio!!!!!!!! Qué pasada jajajajaja.

    Lo mandan a casa, tengo muchas ganas de ver qué pasa cuando llegue.

    Me ha encantado la conversación con Ned. ¡Voy a por el siguiente!

    Cristina xDDD

    ResponderEliminar