Este fic contiene recreación y especulación sobre hechos del pasado. No tiene spoilers. Todos los lugares y personajes pertenecen a G.R.R. Martin excepto los creados por mí.

domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 23



Maege se presentó allí tres semanas después de que la pareja llegara. Esta vez venía sin nadie más que dos hombres de armas. No hubiera sido de gusto traer a Dacey, rechazada por Jorah unos meses antes.

Estaba nervioso ante la visita. Su tía era una mujer muy franca y Jorah temía que mirara a Lynesse como a una yegua en el mercado, examinándole hasta los dientes para ver si era digna de ser una Mormont. Lynesse, por su parte, estaba muy tranquila. Vestida con lujo aunque con recato, lucía muy bonita. Ambos esperaban a Maege en el salón principal cuando ésta fue anunciada.
Para la ocasión, Maege se había vestido con una rara mezcla de ropas masculinas y femeninas. Llevaba pantalones de terciopelo verde, botas de montar marrones y negras, mientras que en la parte superior vestía un corsé negro con mangas verdes que realzaba su generoso pecho. Al cuello le colgaba una gargantilla con un oso rampante. El pelo lo llevaba suelto como siempre. Jorah vio a Lynesse tragar saliva y abrir los ojos con expresión de asombro. Maege no dejaba indiferente a nadie. “A mis brazos, sobrino. Deja que te dé mi enhorabuena por tu casamiento.” Lo besó en ambas mejillas emocionada. Después puso sus ojos en Lynesse, que hizo una reverencia muy cuidada y elegante. Maege respondió a la misma y le plantó otros dos besos a su nueva sobrina. “Eres aún más bonita de lo que me dijo tu esposo por carta. Desconocía el buen gusto de mi sobrino, jajaja.” Lynesse sonrió con el rostro sonrojado. “Muchas gracias, mi señora. Espero estar a la altura de sus expectativas.” Maege se aclaró la garganta. “Bueno, muchacha…” “Oh, no”, pensó Jorah, “Comienza el interrogatorio de mi tía…” Puso los ojos en blanco y se encomendó a todos los dioses para que no fuera muy dura con Lynesse. Maege continuó sin prestar atención a la cara de su sobrino. “¿Qué te parece la Isla del Oso, Lynesse?” La muchacha respondió después de una pausa. “Pues… fría, pero aquí dentro se está bien. Lo demás… no lo he visto.” ¿Había desinterés en su voz? Jorah contenía la respiración. “Sí, querida, esta fortaleza está muy bien preparada. ¿Qué opinas de ella?” Lynesse paseó la mirada por la estancia. “Es sencilla. Tengo en mente muchas ideas para reformarla. He encargado telas, algunos muebles y otras cosas para darle un aspecto más lujoso.” Maege miró de reojo a Jorah. “Si nos disculpas, sobrina, quiero hablar a solas con tu esposo.” Lynesse abandonó el salón haciendo una reverencia de nuevo.

Jorah conocía bien a su tía. Su cara reflejaba disgusto. “Querido sobrino: hace un tiempo te dije aquí mismo que no te iba a obligar a nada. Pero también te aconsejé que eligieras bien a tu esposa.” “Sí, lo recuerdo perfectamente. También recuerdo que pretendías casarme con mi prima, apenas una adolescente.” Nada más terminar de decir la frase, se arrepintió. Era un reproche injustificado, un golpe bajo asestado a su tía sólo porque intuía que a ella no le gustaba Lynesse. “Oh, sí, una adolescente. Tu nueva esposa es toda una mujer, acabo de verlo. Sólo piensa en hacer reformas en tu casa. Supongo que esto no le parecerá digno y querrá buenas sillas en las que poner su suave trasero de seda.” La conversación empezaba a tener un tono cercano a la discusión. “Si habéis venido aquí a criticar a mi esposa, me veré obligado a invitaros a salir, con todos los respetos.” Maege soltó una carcajada. “Bueno, bueno, no saquemos las cosas de quicio. Sólo te cuento lo que veo.  Tengo muchos años y quiero que no te engañes. No digo que Lynesse sea una mala esposa, sólo que me no parece tan comprometida con la Isla como Serana.” El recuerdo de Serana era aún fuerte en su familia. Había sido una compañera ideal, consejera de Jorah, dedicada al hogar, del que nunca se quejó. Se adaptó a las costumbres de los Mormont desde el primer día y jamás reprochó a Jorah la austeridad con la que vivían. En el fondo, su tía tenía razón: Lynesse venía de una familia muy rica y estaba acostumbrada al lujo, pero él no la engañó cuando le propuso matrimonio, y ella estaba enamorada, así se lo había dicho en Lannisport. “Tía, sé que Lynesse amará la Isla tanto como lo hizo Serana. Me ama a mí y eso es lo mismo. Dale tiempo, sólo lleva aquí unas semanas. ¿Es que no te alegras de verme feliz? Es lo que deseabas la última vez que viniste aquí.” Maege lo abrazó inesperadamente. “Oh, Jorah, perdona a esta vieja. En unos años me estaré arrepintiendo de todo lo que te he dicho mientras cuatro o cinco niños Mormont me rodean las piernas.” Él aceptó las disculpas y se rió ante el comentario sobre los niños. “Bueno, bueno, demos un respiro a Lynesse. Aunque sé que ella me dará un heredero.”

5 comentarios:

  1. Me declaro fan incondicional de Maege. Ya me gustaba en el libro, pero en este fic todavía me gusta más. Es grandiosa y dice las cosas sin pelos en la lengua, tal y como ella lo ve. Más razón que un santo tiene.

    La Paris Hilton lo único que quiere son comodidades. Pa eso que se hubiera casado con un Lannister, que son los ricos de Poniente, jajaja.

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    1. Yo es que a Maege me la imagino así, una mujer sincera y sin complejos para hablar e.e

      La Paris Hilton era de familia rica, casi tanto como los Lannister. La verdad es que no sé qué narices pensaba cuando se casó con Jorah, tan sencillo él :3 Los caprichos de niña rica, está claro.

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    2. #MaegeTeam jajaja. Ole sus pelotas!!!!!

      Me ha encantado lo de Paris Hilton ;)

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  2. Jorah, haz caso a tu tía y deja a la Paris....que te va a dejar a dos velas.


    Julia Stark

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  3. Me ha gustado mucho este capítulo, en unos cuantos trazos has dibujado perfectamente hacia dónde tira cada uno (de qué pie cojea)...

    Y eso es otra cosa que me encanta de cómo escribes, lo bien definidos que están los personajes siempre.

    Voy a por el otro!!!! Quiero MÁS.

    Cris :DDD

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