Fueron acompañados hasta el bosque cercano por algunos
hombres de armas. Jorah les indicó que esperan a la entrada, necesitaba
intimidad con su esposa después de tanto tiempo. Serana estaba radiante a pesar
de la palidez de su rostro tras semanas de encierro voluntario. Su pelo
oscuro caía sobre sus hombros y su escote blanco. Él la tomó de la mano para
conducirla hacia el interior de la frondosa vegetación.
Llegaron a un claro fresco y luminoso y
decidieron establecerse allí para almorzar. Jorah hablaba de temas alegres, no
deseaba que Serana tuviera tiempo de pensar en su último aborto. Ella escuchaba
con una sonrisa que la hacía muy hermosa. “El sol y el aire te van a sentar de
maravilla. Pero debes comer también, estás demasiado delgada.” Serana obedeció
y tomó lo que él le ofrecía. El vino le dio color a las mejillas, realzando sus
pómulos perfectos.
Terminada la comida, se recostaron bajo un
árbol, la cabeza de ella sobre las piernas de él. Tenía los ojos cerrados
mientras que Jorah le tocaba el pelo brillante y suave. “Así es como debería
ser siempre, ¿verdad? Tú y yo, sin nada de lo que preocuparnos.” Ella respiró
profundo y soltó un suspiro. “Tienes razón, como siempre. Perdóname por todos
estos meses en los que me he comportado de una manera tan egoísta, sin pensar
en ti…” Jorah no se pudo resistir y la besó en la boca. Ella volvió a responder
como cuando la besó en el cuarto, aunque esta vez con más pasión. Se acomodó
sobre él a horcajadas y dejó que la acariciara por encima del vestido. Jorah
metió las manos por debajo de la falda para tocar sus piernas y sus nalgas.
Notaba que Serana volvía a ser esa amante excitante que le sorprendió en su
noche de bodas. La joven se levantó un poco para facilitar a Jorah entrar en
ella y empezó a moverse. “Sabía que tú también estabas deseando esto…”, murmuró
él desde el fondo de su garganta con la voz ronca. Ella empezó a dirigir la
situación, imponiendo el ritmo. Jorah estaba a punto de estallar de felicidad.
Los últimos meses habían sido un infierno sin poder disfrutar de ese cuerpo
joven y querido. Algunos de sus hombres frecuentaban prostíbulos, pero él no
era así. Quería a su mujer y esperaría a que ella deseara su compañía. Y allí
estaba la recompensa a esa espera. Era fiel por naturaleza y le daba igual que
lo tomaran por un tonto. Nada era comparable a besar y abrazar a la mujer
amada.
Acaban de
terminar de hacer el amor cuando oyeron pasos exageradamente fuertes.
Posiblemente era uno de los soldados que los había acompañado y quería dejar
claro que se aproximaba para no sorprenderlos en alguna actitud inadecuada.
Serana se arregló el vestido y el pelo y se sentó recatadamente. El hombre se
aproximó haciendo un gesto con la cabeza. “¿Dais vuestro permiso, señor?” Jorah
se lo concedió. “¿Ocurre algo, Kyle?” “Ha llegado este mensaje para vos. Viene
de Invernalia.” Jorah tuvo una corazonada: nada bueno podía ser si venía de la
casa de la que los Mormont eran vasallos. Sus cuentas y asuntos con los Stark
estaban al día, así que debía ser algo más grave y apremiante. Dio las gracias
a Kyle y le indicó con un gesto que se fuera. Rompió el sello con el huargo
estampado y leyó el texto. Su rostro fue mudando al tiempo que los ojos volaban
por las líneas. Serana lo notó. “¿Qué es…?” Él la miró con tristeza. “Los Stark
se han unido al señor de Bastión de Tormentas, Robert Baratheon, que ha
declarado la guerra al rey Aerys.” Las consecuencias eran claras: Jorah tenía
que marchar como banderizo de los Stark. Y a lo mejor no volvía con vida. Al
menos se iba con el recuerdo del sabor de su querida Serana.
Oh me encanta como escribes esta muy buena la historia gracias
ResponderEliminarGracias a ti por leer y comentar ;)
EliminarRecién retomando la relación y ya debe abandonar a su amada....
ResponderEliminarEste será otro gran fic!!!... lo presiento... :)
Xim A Cuerda
Ya decía yo que todo pintaba demasiado bonito... ahora que todo volvía a marchar bien, tiene que partir a la guerra. Aiss, creo que voy a sufrir mucho con este fic.
ResponderEliminar¡Eso es ir de picnic y lo demás son tontás! Genial! pero ni tiempo para el cigarrito le has dado jamía! ;)
ResponderEliminarJajaja, ni el Martin es tan cruel...
ResponderEliminarÉsto me está gustando muuuuucho!!!!
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