Este fic contiene recreación y especulación sobre hechos del pasado. No tiene spoilers. Todos los lugares y personajes pertenecen a G.R.R. Martin excepto los creados por mí.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Capítulo 12


Lo habían encontrado a casi una jornada a caballo de distancia, helado e inconsciente. Recordaba haber tomado un semental de las cuadras y cabalgado sin dirección, hasta que cayó de su montura y se desmayó en mitad de ninguna parte. Ahora estaba en su habitación, tendido sobre un lecho que nunca más tendría el calor de una mujer. Acarició las sábanas, buscando el cuerpo de Serana sin éxito.

            Llamaron a la puerta con cuidado. No deseaba ver a nadie, pero dio permiso para que pasaran. Era el maestre y dos de sus hombres. “Señor”, empezó a decir el maestre, “hay que hacer todos los preparativos para el entierro de su esposa. Y vos debéis estar presente en los actos de homenaje.” Se tapó la cara con las manos, ahogando un sollozo. Respiró hondo y se incorporó con gesto serio. Sus movimientos era mecánicos, como si alguien lo estuviera dirigiendo contra su voluntad. Por dentro estaba destrozado, su mente había volado lejos de la Isla mientras que su cuerpo estaba aún allí. Era como verse desde fuera o contemplarse en un espejo y no reconocerse.
            Sin saber ni cómo, ya estaba vestido y listo para ir hacia el septo donde tendría lugar el rito del entierro. La capillita estaba llena de velas. Jorah pensó en que hacía sólo unos meses ella había estado allí, dando gracias a la Madre por haber concebido un niño. Sintió ganas destrozar la imagen de la deidad a la que Serana le tenía tanta fe, considerándola culpable de su muerte, pero se contuvo. Con paso decidido, se aproximó hasta la plataforma sobre la que habían colocado a su esposa. Las mujeres de la servidumbre habían hecho un buen trabajo: le habían puesto un precioso traje azul, peinado sus cabellos con esmero, y las mejillas y los labios estaban sonrosados y le daban una apariencia de vida. Entre sus brazos habían colocado al bebé, del que sólo pudo ver la carita pálida y un poco hinchada. Dio un beso a ambos cuerpos y se sentó en el lugar reservado para él. El septón empezó con sus oraciones y plegarias mientras que las mujeres presentes lloraban desconsoladas. Él no soltó ni una lágrima, no le quedaban ni tampoco servían para devolver a Serana o al pequeño Jeor a la vida. Se mantuvo impasible durante todo el ceremonial, encabezó el séquito fúnebre hasta la cripta familiar y contempló serio cómo depositaban los cadáveres en el interior de una de las tumbas. Dos hombres colocaron una pesada piedra que sería cubierta después por una escultura de Serana y Jeor. Todos los presentes lo miraban con pena y le tocaban el hombro en señal de respeto y apoyo. Jorah, por su parte, no apartaba los ojos de la fría piedra que cubría el cuerpo de su mujer y de su hijo, y que también sepultaba su corazón.
FIN DE LA PRIMERA PARTE


5 comentarios:

  1. Está muy bien. Pobre Jorah. ¿Ya es el fin de la 1ª parte? Entonces la 2ª va a ser...*_*.


    Julia Stark

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    1. Da penita sí u.u

      Mañana empieza la segunda, a ver cómo va superando esto... Queda mucho por contar aún.

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  2. Jo. Es que sigo llorando, es que estoy muy triste, es que no quiero. Lo siento, no puedo decir más.

    Cristina.

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    1. Un vuelco muy brusco en su vida y será determinante.

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  3. Muy bueno, aunque me duela el corazón! Me gusta cómo llevás la historia!

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